Llevo varios años buscando eso que todos predican: el amor propio.

Después de mucha terapia, ejercicio, meditación, una alimentación conciente y mucha paciencia he logrado encontrar un lugar donde me siento cómoda y plena.

Sin embargo, hay una parte de mí que me ha resultado más complicada de conciliar: mi belleza.

Allá afuera existe este atributo llamado “belleza”, que alguien un día decidió por todos nosotros que debía ser representado por simetría, un abdomen plano, un color de piel y muchas otras cosas que tristemente no nos representan a todes; ni a nuestras raíces, ni a nuestro intelecto.


Hoy pretendo invitarles a desaprender o por lo menos a cuestionarnos el concepto de belleza que hemos consumido y nutrido a lo largo de los años.

Les invito a ser más amables con nuestro entorno, comenzando por nosotros mismos.

Pensemos en esta persona que admiras, puede ser un amigue, tu hermane, tu pareja, tus padres…. piensa en la belleza de esta persona. Posiblemente no admiras su abdomen plano o su cutis perfecto, pero sí admiras su manera de ver la vida, su valentía y su perseverancia. Piensa en todo lo que crees que merece esa persona y si un cutis imperfecto o unos kilos extra le haría merecer menos.

La próxima vez que te encuentres pensando cosas como “se vería más bonite con unos kilos menos” cuestionate, ¿quién decidió que la belleza se lleva en el peso? y ¿si es algo que te dirías a ti mismo?

Nos enseñaron a amar al prójimo pero nunca nos enseñaron a amarnos a nosotros mismos, a ser amables con nuestro cuerpo, a entender que somos mucho más que lo que pesamos, que lo que usamos o que nuestro color de piel.

Hay que entender que la manera en que percibimos el mundo, nuestro entorno y nuestra persona es un reflejo de lo que estamos sintiendo y así como nuestras emociones fluctúan, así nuestra percepción. Tal vez hoy no nos sentimos con ganas de comernos al mundo y esta bien, también esta bien si hoy no te sientes perfecto. Tal vez hoy, estamos inconformes con algo muy dentro de nosotros que no nos permite ver más allá que nuestras propias imperfecciones, nuestros miedos y nuestras inseguridades.

Piensa en la subjetividad de la belleza y en todas las incongruencias que existen detrás de este concepto y de nuestras acciones, de la manera en que predicamos amor propio, admiramos personas reales y lo mucho que nos castigamos al no pertenecer a un patrón de belleza.

Y aunque el desaprender no es fácil, el cuestionarnos es un comienzo para una relación más sana con nuestro cuerpo, nuestra persona y nuestro entorno.

¿Ustedes qué están haciendo para desaprender estándares de belleza?